lunes, 14 de marzo de 2011

4-0....y !Chau mufa!




Todo eso que se insinuaba en la antesala se esfumó en apenas unos minutos. Esos que fueron suficientes para que Independiente borrara a Newell's y a sus propios fantasmas para ganar un partido clave desde lo emocional. El equipo que dirige Antonio Mohamed resolvió su ecuación, tal vez, más rápido de lo esperado. Y con una goleada 4 a 0 se permitió un pequeño festejo, una pausa, en esta doble competencia de emociones cruzadas y realidades opuestas.
En el compromiso con el juego, Independiente sacó del armario otro pilcha para entender lo que le pedía este escenario complicado desde los números. Un equipo más parecido al que ilusionó en el comienzo de la Copa Libertadores -goleada 3 a 0 a Peñarol- que al de la semana pasada contra Arsenal. Evidentemente, el mensaje enviado por Mohamed llegó a destino para que estos jugadores salieran a la cancha convencidos de un camino tan difícil de encontrar. Con eso, y ante un Newell's de bajos recursos ofensivos, Independiente dio señales positivas.
El partido de Nicolás Cabrera se pareció a ese que alguno sueña cuando es chico y se la pasa horas en el potrero. Dos goles, una asistencia, buen control de la pelota y punzante para llegar hasta el fondo. Junto con el quite y la distribución de Cristian Pellerano, más la presencia que siempre impone Eduardo Tuzzio -primero como volante central, luego como último hombre de una línea de tres- los de Mohamed supieron cómo con un nuevo dibujo táctica que duró hasta el contundente 3 a 0. Dos líneas de cuatro bien marcadas, para más tarde cerrar a Cabrera al centro, mandar a Tuzzio al fondo y armar un 3-4-1-2 con José Vélez y Lucas Mareque por las bandas.
¿Qué pudo hacer Newell's ante tanto cachetazo tempranero? Tener la intención de ir, la voluntad de querer el descuento para que las cuentas le cierren, pero sin ninguna idea muy clara de cómo llegar a inquieta a Hilario Navarro. ¿Qué hubiera pasado si entraba ese remate de Claudio Bieler cuando el partido todavía estaba 0-1? Tal vez, la historia hubiese cambiado de rumbo por aquello de los temores lógicos en un momento donde se empieza a jugar con la calculadora en la mano y con la radio puesta en otros partidos. Pero, de todos modos, lo de los dirigidos por Roberto Sensini lucieron demasiado frágiles para aspirar a algo más.
Esa doble vida de la Copa Libertadores y el Clausura, ese sueño internacional y esta mochila local que le pesa. Todo eso generó una gran confusión en un Independiente que anoche dio a luz a una intención diferente. Intenso, con decisión para ir a buscar lo que quiere y no esperar a ver qué puede, con una sociedad de futbolistas que salieron a ser todos uno por una causa. Facundo Parra probó desde lejos, Sebastián Peratta dio un rebote largo (la pelota le picó antes) y Cabrera la empujó a la red. Cabrera, con el ego más elevado, le dio desde afuera, el balón rebotó en Rolando Schiavi y se metió en el arco. Otra vez. Silvera, tras un pase atrás del iluminado Cabrera, definió el partido en apenas 25 minutos. En menos de un tiempo, el conjunto que conduce Mohamed hizo la diferencia que para Newell's fue inalcanzable. Y que terminó siendo más amplia con el gol que anotó Jairo Castillo, como para que escenas de alegrías pasadas vinieran al presente. El colombiano, que debutó en este Clausura, se dio ese gusto.
El triunfo le ofrece aire a Independiente, que ahora tiene a seis equipos debajo en la tabla de promedios. Un alivio, entre tanto ruido y olor a tormenta.

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